Ante la fuerte limitación que la directiva Mifid II impone al cobro de comisiones de retrocesión en fondos, muy arraigadas en España, la banca busca compensaciones. El gasto por custodia o un pago nuevo por operar con estos productos son algunas de las posibilidades que la industria baraja. Incluso no descarta cobrar a los inversores cuando compren productos extranjeros.
Sea cual sea la opción elegida, la realidad es que resulta muy posible que la banca modifique al alza varios de sus cobros cuando uno de los objetivos de Mifid II es, precisamente, el de abaratar los fondos. Por tanto, es evidente que este empecinamiento de la industria por mantener el actual statu quo haga que Mifid pierda efectividad y que sus efectos se limiten a un mejor asesoramiento.
