
El Gobierno da un nuevo paso para hacer más atractivos los planes de pensiones. Sin duda, se trata de una política adecuada, considerando el bajo nivel que el ahorro privado destinado a la jubilación presenta, a lo que se suma la necesidad de paliar la difícil situación que atraviesa la Seguridad Social.
Para ello, el Ejecutivo propone profundizar una medida que tomó en 2014, cuando rebajó el tope máximo de la comisión de gestión desde el 2% hasta el 1,5%. Ahora su objetivo es situarlo en el 1,25%. Es bien conocido que una de las causas del escaso éxito de los fondos de pensiones radica en el elevado nivel de sus comisiones, sobre todo en relación con la rentabilidad que ofrecen.
Ahora bien, tan escasos rendimientos tienen mucho que ver con una gestión acomodaticia. Una inversión a largo plazo como la que caracteriza un fondo de pensiones tiene una tolerancia al riesgo que desaprovechan los gestores que concentran casi toda su estrategia en renta fija.
Con otro tipo de gestión más proactiva, sería posible obtener mejores resultados. Sin embargo, el paso que pretende dar Economía resta incentivos para ese cambio de mentalidad, ya que rebaja de forma general la comisión máxima que cobrará un gestor, sin diferenciar si hace bien o no su trabajo.
En un mercado libre, quien obtiene mejores rendimientos debe ser recompensado. Reconocer ese principio no impide trabajar por elevar el atractivo de los planes de pensiones. Pero ese objetivo se puede lograr con otras políticas más útiles, como permitir una plena liberalización del sector, que haga posible, por ejemplo, la entrada de gestoras extranjeras. Ese aumento de la competencia sería el acicate adecuado para una rebaja de comisiones sin dañar la eficacia de la gestión.