Editoriales

Defensa adecuada de las nucleares

El secretario de Estado de Energía, Daniel Navia, habló con claridad de la importancia que aún debe reconocerse a las centrales nucleares, durante su intervención en la conferencia sobre La nueva ley de cambio climático y transición energética, organizada por elEconomista e EY. Navia aseguró que este tipo de energía todavía tiene que participar en el conjunto de fuentes que nutren el suministro eléctrico (el llamado mix).

Afirmaciones tan contundentes podrían parecer contradictorias en un Gobierno que, el mes pasado, decidió el cierre de Garoña. Sin embargo, es claro que la central burgalesa era un caso especial dentro del parque español. Pese a que su viabilidad técnica estaba demostrada, Garoña permaneció a merced de batallas políticas desde las últimas legislaturas socialistas.

Si a ello se suman las discrepancias que mostraban sus propietarias, Iberdrola y Endesa, sólo puede concluirse que su cierre era inevitable. Ahora bien, extrapolar automáticamente la suerte de esta central al conjunto de las nucleares españoles constituye un grave error, ahora que todas ellas están cerca de los 40 años que se consideraba el máximo de su vida útil.

El estado de conservación de estas instalaciones hace posible una prórroga de otros 10 años por la que abogó Navia, semejante a la que aplican otros países de nuestro entorno.

De este modo, España seguiría sacando rendimiento de las cuantiosas inversiones que ha destinado a este tipo de energía. Pero, sobre todo, la defensa de las nucleares es adecuada en la medida en que su contribución resulta aún fundamental para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, y para evitar fuertes encarecimientos del recibo de la electricidad que pagan los ciudadanos.

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