Editoriales

Peligrosa inercia en los municipios

Los ayuntamientos llevan años dando ejemplo de disciplina presupuestaria. No sólo evitaron incurrir en déficit; además, el superávit equivalente al 0,64% del PIB que arrojaron en 2016 supuso encadenar cinco ejercicios seguidos con excedentes positivos. También en 2017 van camino del superávit, según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal.

Ahora bien, la AIReF resalta cómo, en el caso de las grandes ciudades, ese saldo favorable bajará un 40% interanual (con picos del 70%, en el caso de Barcelona). Se trata de un descenso que, por su envergadura y rapidez, llama la atención incluso en el actual contexto de recuperación económica.

Sin duda, la buena marcha del PIB y de la recaudación deja margen para que las Administraciones propicien una mayor flexibilidad en el gasto público en los próximos meses, con objeto de mejorar la atención a los ciudadanos a los que sirven. Sin embargo, tal circunstancia no debe llevar a concluir que los superávit presupuestarios se han vuelto superfluos.

Muy al contrario, los excedentes positivos de los municipios fueron muy útiles, en los últimos años, para bajar su deuda y sufragar gasto sostenible, como Hacienda llama al desembolso que abarca desde el asfaltado hasta el mantenimiento de parques. En los próximos años, pueden seguir desempeñando esa función, al tiempo que garantizan a las entidades locales un colchón presupuestario clave para momentos de apuros económicos, nunca descartables.

Los grandes ayuntamientos, como todas las Administraciones, deben tener amplitud de miras y no dejarse llevar por la peligrosa inercia del alza del gasto público en tiempos de bonanza, que tan funestas consecuencias tuvo en los momentos de crisis.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky