La nueva Ley de Protección de Datos supone un avance de gran calado, a la hora de poner coto al abuso que las empresas pueden cometer en su actividad publicitaria. El consumidor tenía hasta ahora pocos medios de evitar el atosigamiento sufrido a través de llamadas telefónicas intempestivas o la recepción masiva de correos. Darse de alta en una de las llamadas listas Robinson (registros de personas que declaran expresamente su negativa a recibir determinados tipos de publicidad) apenas servía, ya que no tenían carácter vinculante.
La nueva Ley da un paso adecuado al otorgar rango de ley a dichas listas y obligar a las empresas a consultarlas. De este modo se evitará que se excedan y la promoción de productos degenere en acoso al cliente.
