El sector financiero mostró inquietud sobre las exigencias de formación para sus empleados, una vez que se aplique la directiva europea Mifid II. La intranquilidad era razonable: quedan dos meses para la trasposición y existía la posibilidad de que miles de asesores tuvieran que apresurarse a contratar cursos con objeto de prepararse para un examen externo que los evalúe. La CNMV ha dado respuesta a las incógnitas y lo hace con flexibilidad.
Los propios bancos podrán impartir cursos; tendrán un periodo amplio (cuatro años) para formar a sus empleados y estos podrán permanecer en sus puestos (bajo supervisión) mientras se forman. Nada debe ya obstaculizar, por tanto, la trasposición de una directiva beneficiosa, que dotará de más transparencia al mercado.