Editoriales

El futuro de Banco Popular, aún por definir

En cuestión de días se producirá el desembarco de Emilio Saracho en la Presidencia de Banco Popular. Desde que se supo que él era el elegido para relevar a Ángel Ron, las especulaciones sobre cuál sería su hoja de ruta discurrieron en un sentido muy claro. Se dio por asegurado que llegaba para estabilizar la entidad, hacer que recuperara valor e, inmediatamente, venderla.

Sin duda, el currículum profesional del nuevo presidente invitaba a pensar de esa manera. No en vano se trata de todo un experto en banca de inversión, como ha demostrado en su antiguo puesto de vicepresidente mundial de JP Morgan, por lo que la conducción de un banco comercial no parece entrar en su perfil. Sin embargo, esas especulaciones se revelan precipitadas.

Lo cierto es que Saracho llega a la entidad sin que el consejo de administración le imponga un mandato específico, por lo que la prioridad del nuevo primer espada es analizar a fondo la viabilidad del banco, y son varias las opciones que se le ofrecen. Sin duda, no puede descartarse que la situación de Popular sea tan difícil que resulte necesaria su venta. Con todo, incluso en este caso conviene no dejarse llevar por ideas preconcebidas que abocan a una fusión.

Por el contrario, es probable que resulte más rentable para sus accionistas proceder a una venta por partes de la entidad. Pero, de igual modo, tampoco puede descartarse que, tras una nueva ampliación de capital, el banco vuelva a ser rentable en un plazo razonable de tiempo. Es claro que todas las opciones reclamarán esfuerzos, ya sea volviendo a apelar a los accionistas o procediendo al troceo de la entidad, pero resulta igualmente cierto que el futuro de Popular aún está por escribirse.

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