Theresa May vuelve a abrazar el discurso del Brexit duro. La primera ministra aseguró que Reino Unido da primacía al control de fronteras frente al acceso al mercado común europeo. Es más, está dispuesta a plantear una competencia tributaria feroz, convirtiendo al país en un paraíso fiscal. Ahora bien, sus mensajes no crearon pánico; la libra, incluso, mostró su mayor alza contra el dólar desde 2008. Hay razones para ello.
Pese a sus amenazas, May deja la puerta abierta a acuerdos comerciales con la Unión. Pero, además, demostró que ya asume que, la semana próxima, el Supremo la obligará a someter sus planes de separación a la votación del Parlamento. El Brexit continuará, pero la mayoría contraria a la desconexión en las Cámaras suavizará la hoja de ruta.
