
Las sicavs cerraron el año con una caída del 89 por ciento frente a 2015. El motivo del desplome es el ataque de los políticos y la amenaza de una nueva regulación. El Gobierno pretende que sólo computen como los 100 accionistas mínimos necesarios para constituir una sicav aquellos que tengan un participación mínima del 0,55 por ciento. La medida es adecuada, ya que así se evita que unos pocos controlen la sicav, mientras la mayoría de los accionistas son meros figurantes.
Pero el método elegido implica un grave perjuicio a estos vehículos, pues eleva de forma desproporcionada los baremos para entrar en ellos, expulsando al pequeño inversor. Buscar un término medio, no ligado a un porcentaje sino a un fijo, permitiría a las sicav gozar de un futuro más estable.