
La alemana Henkell, que había presentado una oferta de 500 millones para hacerse con Freixenet, ha aceptado quedarse en minoría y comprar el 20% de las cavas catalanas. La operación había desatado las hostilidades entre las tres familias propietarias. Los Ferrer (42%) no querían vender, los Hevia (20%) eran partidarios, y los Bonet (20%) han sido claves para llegar a una solución de consenso, que es la acertada.
Las ventajas que ofrece Henkell son claras. Su entrada dotará a Freixenet de los beneficios de una gestión más industrial en un momento en el que las ventas disminuyen. También servirá para potenciar el ingreso en otros mercados, como Asia, sin que la cava tenga que perder su carácter de empresa familiar.