Editoriales

Una recaudación pobre, pese al IVA

Las cifras de recaudación hasta julio tienen un claro protagonista: el IVA. El más importante de los impuestos indirectos recaudó 64.000 millones, lo que implica un avance del 4,5% con respecto al mismo periodo de 2015. La magnitud de su auge se calibra aún mejor considerando que su rendimiento crece un 90% desde 2009. Sólo cabe celebrar estas cifras, en la medida en que constituyen la mejor manifestación del despertar que vive el consumo de las familias.

De hecho, este componente clave de la demanda interna mantuvo un incremento similar al propio del IVA en los dos primeros trimestres del año (3%). El buen comportamiento del gravamen sobre el valor añadido es también un claro síntoma de la fortaleza que exhibe el turismo en nuestro país, el cual acaba de cerrar otro verano histórico. Ahora bien, ni siquiera el IVA es capaz de eclipsar un panorama recaudatorio preocupante en lo que respecta a la tributación directa.

No en vano, el IRPF prolonga sus caídas, mientras que en Sociedades debe hablarse de desplomes, con retrocesos que superan el 80%. Cifras así no sólo denotan la necesidad de acometer una reforma en profundidad del sistema tributario español, que le haga ganar eficiencia. También manifiestan que los Presupuestos de 2016 se elaboraron sobre previsiones en exceso optimistas que no calibraron adecuadamente el impacto del adelanto de la rebaja del IRPF ni la eliminación de los tipos mínimos en el pago adelantado de Sociedades. Dichos pronósticos deben revisarse, y subsanarse, con la elaboración de unos nuevos Presupuestos; de lo contrario, el vigor del IVA no bastará para impedir que vuelvan a incumplirse los objetivos de déficit.

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