
Los pagos atrasados en Sociedades, entre otros tributos, que la Hacienda española reclama a H&M ascienden ya, incluyendo intereses, a 16,1 millones. La cifra crece desde los 12 millones que el fisco reclamó a la firma sueca en 2013, al expedientarla por no desembolsar todo lo debido en ejercicios anteriores. Ya entonces H&M reaccionó de manera chocante. Sin duda, el gigante textil estaba en su derecho de disentir.
Lo hizo defendiendo que cumplía con todas sus obligaciones, y que el conflicto se debía a meras diferencias de criterio a la hora de clasificar las operaciones con otras empresas de su propio grupo, que le suministran el género que luego vende al público. Ahora bien, dio por buena unilateralmente su explicación y se permitió no provisionar ni un euro en sus cuentas, con objeto de destinarlo a futuros pagos extra a Hacienda, para sorpresa de su auditor.
No en vano EY ya advirtió de lo "infravalorado" de los cálculos de H&M. Mientras, Hacienda no sólo sigue demandando esos pagos atrasados, sino que ha elevado la cifra reclamada, tras examinar otros ejercicios fiscales y detectar las mismas anomalías. Pero la actitud de H&M es la misma: negarse a pagar nada de lo reclamado. El hecho de que la multinacional solicitara un arbitraje internacional (para dirimir si debe pagar en España o en Suecia) no justifica su actitud; de hecho, H&M actúa como si diera por hecho que ese proceso le será favorable.
Pero, al contrario, su propio informe de cuentas advierte de que "existe una elevada incertidumbre sobre el resultado" del arbitraje. Por tanto, la posición actual de H&M es insostenible en la medida en que sólo se basa en ignorar a la Hacienda española y en defender, sin aportar más apruebas, que su actuación fue correcta.