España sale beneficiado en la propuesta de la UE para reducir la contaminación. Bruselas reclama que, hasta 2030, baje sus emisiones un 26% respecto a 2005. Ese porcentaje sólo suma cinco décimas a la reducción del 21% ya lograda en los últimos años, y es muy inferior a otros topes, que llegan al 40%.
No hay trato de favor, pues los límites se fijan según el nivel de riqueza de cada socio. Ahora bien, el hecho de que nuestro país cuente con un margen más holgado debe exigir que se cumpla con todo rigor, lo que será difícil. Si España es hasta ahora tan buen alumno se debe al parón económico que la crisis provocó. Por el contrario, ahora que la recuperación avanza, sus emisiones contaminantes crecen a ritmos del 15% anual.
