
La intentona de golpe de Estado en Turquía es el colofón de la incertidumbre en que el país se sume desde hace años. Pero esa realidad no bastó para que BBVA renunciara a crecer allí. Se empecinó en reforzar la aventura iniciada en 2010, adquiriendo el 25% del Garanti. Así, se convirtió en el principal accionista de esta entidad e incluso quiso controlar una segunda, Finansbank.
De momento, el único resultado son los casi 2.000 millones en pérdidas de Garanti, un saldo que la nueva deriva autoritaria que vive el país puede multiplicar. Se demuestra otra vez lo arriesgado de la estrategia que BBVA acomete en países emergentes y es posible que se vea forzado a un nuevo abandono, como el protagonizado en el Citic chino.