
Los bancos españoles redujeron su plantilla un leve 0,3% y cerraron menos del 1% de sus oficinas en el primer trimestre. Se trata de unos registros muy inferiores a los que las entidades arrojaban en periodos anteriores y no deben llevar al equívoco de pensar que el ajuste de costes ha terminado en el sector.
Todos los problemas siguen vigentes, en especial la ausencia de una demanda solvente de nuevo crédito que compense las amortizaciones y la contracción de los márgenes de negocio. En paralelo, la vía de ahorros en la remuneración del pasivo se encuentra agotada. Por tanto, lo ocurrido hasta marzo puede considerarse un respiro en una tendencia a acometer más ajustes que las entidades no pueden aún abandonar.