
El mes pasado, los cinco hijos rebeldes del fallecido fundador de Eulen, David Álvarez, promovieron un pacto para acabar con el enfrentamiento que los opone a su hermana María José. Los primeros aceptaban quedar fuera del consejo si la actual presidenta permitía que entraran un consejero delegado y otros independientes.
María José Álvarez se negó, con lo que sólo ha contribuido a mantener la lucha abierta y a que ésta viva un nuevo episodio. Ahora el quinteto rebelde busca controlar el sueldo que percibe la presidenta. Se trata de una pretensión razonable en una empresa cuyas ventas caen y ha vuelto a retirar el dividendo. Sin embargo, el problema de fondo, la profesionalización de la dirección de Eulen, sigue sin abordarse, mientras el conflicto se enquista.