
Iberdrola trabaja ya en el segundo escenario de su ambiciosa iniciativa en el ámbito de la energía eólica mar adentro (offshore). Una vez reciba el visto bueno de las autoridades británicas, la eléctrica destinará 2.500 millones a esta nueva fase de un proyecto que, en su conjunto, absorberá una inversión de 5.000 millones.
La magnitud de la cifra no debe extrañar, pues Iberdrola no sólo asumió el reto de construir la mayor instalación del mundo por capacidad (2.000 MW) en renovables; además, lo hace apostando por unas máquinas, los molinos marinos, destinados a operar en condiciones extremas, por lo que su construcción y mantenimiento supone un desafío tecnológico mayúsculo.
Ahora bien, la empresa española demuestra que conoce muy bien el medio en que se mueve, ya que pocos lugares son más idóneos para vencer la complejidad de la eólica offshore. Bajo las aguas británicas, se extiende la plataforma continental, garantía de que, ante sus costas, la profundidad máxima sea de 15 metros (frente a los 50 que puede alcanzar en el litoral español).
A ello su suma el excelente recurso eólico de la zona (las horas de funcionamiento que la fuerza de los vientos permite), la proximidad a varios puertos con gran capacidad logística y, además, el decidido apoyo del Gobierno a las renovables. Son muchas, por tanto, las razones para que Iberdrola apueste fuerte por este proyecto.
No en vano East Anglia lo tiene todo a su favor para situarse en la vanguardia de la nueva revolución que va a vivir el sector de las renovables, gracias a las aerogeneradores mar adentro, y para asegurar que, en el futuro, Iberdrola afiance su actual posición de líder mundial en el ámbito de la energía verde.