España está en la vanguardia de la eurozona en crecimiento pero sólo puede aspirar a un puesto mediocre en lo que a su PIB per cápita se refiere. Esta variable se situó en 2015 en 23.305 euros, sin alcanzar siquiera la media (31.213) de la Unión Monetaria. El promedio está sesgado al alza por la presencia de pequeñas economías de muy alta renta como Luxemburgo, pero, distorsiones aparte, la estadística refleja un problema de calado al pronosticar que la riqueza por habitante española aún será inferior a la media en 2020.
Se mantendrá así un retraso ya secular que no sólo se deriva de la reciente crisis, sino también del arraigado atraso en el que están inmersos territorios como Andalucía o Extremadura sin que se hayan aún abordado las causas estructurales de su pobreza.