
El nuevo Gobierno catalán ha tomado posesión, lo que implica que ya es responsable de una de las herencias envenenadas de Artur Mas: la deuda a farmacias y consorcios sanitarios, que ahora llega a 1.000 millones. Se trata de dos servicios básicos que sufren de forma crónica los impagos de la Generalitat.
Resulta, por tanto, urgente que el nuevo conseller económico, Oriol Junqueras, ataje tan grave problema, terminando a la vez con la costumbre arraigada en los anteriores mandatos de no pagar hasta recibir fondos extraordinarios del Estado. La prioridad de Junqueras y del conjunto de su Ejecutivo debe ser la atención a sus ciudadanos, en lugar de convertirlos en rehenes del proceso de "desconexión de España", que tantos recursos ha devorado ya.