
El salto del expresidente Aznar a la empresa privada está resultando muy lucrativo. Famaztella, su consultora, elevó el beneficio casi un 50% interanual en 2014 y suma activos por 2,8 millones. Son cifras que pueden resultar llamativas en un contexto preelectoral como el actual, en el que resurge la condena genérica a la ausencia de control en el paso de expolíticos al sector privado (las llamadas puertas giratorias).
Sin embargo, nada hay de condenable per se en el hecho de que un antiguo alto cargo público conduzca con éxito un negocio particular, siempre que, como todo apunta en el caso de Aznar, el beneficio se derive de una actividad empresarial legítima y no del tráfico de influencias. Sólo en este último caso está justificado el ataque a las puertas giratorias.