
Después de declarar el mayor preconcurso de acreedores de la historia empresarial española, Abengoa lucha por su supervivencia negociando ya con la banca acreedora una quita de su ingente deuda. No será un proceso fácil. Dada la situación límite de la multinacional andaluza, el recorte que deberán afrontar las entidades será cuantioso, posiblemente rondará el 70-80% del pasivo total. Los bancos planean una fuerte quita a la deuda para salvar Abengoa
En segundo lugar, Abengoa tendrá frente a sí a multitud de bancos, prácticamente todas las marcas nacionales más varios de los primeros espadas internacionales. Estos últimos ya han dejado clara su beligerancia al frustrar la financiación de 1.500 millones que habría posibilitado la entrada del grupo vasco Gestamp en la empresa.
Pero, sobre todo, hay una circunstancia que los actores implicados deben tener clara: aun cuando se acuerde la quita, es prácticamente imposible la persistencia de la Abengoa actual. Será necesario reducir de forma drástica su tamaño, vendiendo activos y acometiendo despidos en su nutrida plantilla.
Tan extremo escenario es la última consecuencia de la temeraria gestión de la familia Benjumea, responsable de la acumulación de un pasivo que, en total, ronda los 20.000 millones, el cual ha acabado aflorando pese a los múltiples intentos de camuflarlo ante el mercado.
La crisis de Abengoa, por tanto, es un problema de una "empresa privada", tal y como ayer remarcó acertadamente el ministro de Industria, José Manuel Soria. Por tanto, no cabe apelar, como ya se hace desde ciertos sectores, ni a la Junta de Andalucía ni a ninguna otra Administración para que inyecte capital en la multinacional. Su supervivencia sólo puede estar en manos de sus gestores.