
El próximo enero, el Gobierno rebajará un 1,5%, o incluso más, la parte que controla del recibo de la electricidad, los llamados peajes. Detrás de este logro, se encuentra el punto de inflexión que la reforma energética supuso para el déficit de tarifa (la diferencia entre el coste real de producir la luz y el oficial).
Éste no sólo ha dejado de crecer, sino que el sistema incluso registró superávit en 2014 y lo volverá a hacer este año. La ley obliga a usar ese excedente positivo para reducir el déficit aún no enjugado y los intereses que genera. Pero, sin perder de vista ese objetivo prioritario, el superávit permitirá también la anunciada rebaja de los peajes, manifestándose para el usuario las ventajas de poner coto a un desequilibrio que otros Gobiernos dieron por imparable.