El fracaso cosechado por Artur Mas en las votaciones de investidura no desalienta al aún president para seguir buscando el apoyo de los radicales de la CUP. Ese afán de Mas ya ha dado frutos contrarios a toda lógica gestora, como un plan social que pone en riesgo de quiebra miles de concesiones de servicios básicos. No cabe esperar nada mejor de esta alianza; por ello, resulta comprensible que los consellers económicos vuelvan a alzar la voz y apoyen celebrar nuevas elecciones, antes que seguir claudicando ante un partido antisistema.
Sería la cuarta vez en cinco años que los catalanes son llamados a los urnas, pero puede ser un precio más razonable que ahondar una alianza contra natura, del tipo que también parece tentar al PSC a hacer un acercamiento a Junts pel Sí.