
Artur Mas vio ayer de nuevo frustrada su investidura. La votación otra vez perdida, tendrá efecto más allá del fracaso personal, en la medida en que se empecina en mantenerse como único candidato, mientras hace equilibrios para atraer el apoyo de la izquierda radical. En este escenario, el peligro es tanto político, aunque la declaración independentista ya está suspendida por el Constitucional, como económico, debido a la parálisis institucional y a la incertidumbre en la que se sumirá Cataluña, como pronto, hasta después del 20-D.
Prolongar la inestabilidad, subrayó ayer el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, perjudicará aún más unas perspectivas ya diezmadas, como demostró Fitch al rebajar el bono catalán al nivel basura.