Un día después de que Junts pel Sí y la CUP acordaran su estrategia para "desconectar" a Cataluña de España, afloran las reticencias surgidas en el seno del Gobierno catalán en funciones. Son los conselleres económicos los que discrepan ante un plan que las fuerzas no secesionistas lograron dejar en suspenso.
Sin embargo, sus críticas no van más allá de las formas y el momento en el que el pacto de Junts y CUP se ha producido, sin entrar a fondo en el hecho de que la alianza pretende violar la ley y embarcar a Cataluña en una aventura tan arriesgada como sería abandonar España y el euro. Resulta, por tanto, una oposición tibia, incapaz de impedir que el president Mas prosiga con su plan de desviar la atención de la trama corrupta que mina a su partido de raíz.