
Los inequívocos avisos lanzados por el conjunto del sector financiero español, acerca de los efectos de una declaración unilateral de independencia, sólo podían tener un fuerte impacto sobre los ciudadanos catalanes. Estos ya acuden a sus oficinas para preguntar sobre los riesgos que corren sus ahorros.
No en vano los peligros son reales: en una Cataluña fuera de España y del euro, las entidades que conservaran su sede allí no tendrían acceso ni a la liquidez del BCE ni a la cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos. El president Mas hace gala en público de su desdén hacia este tipo de razonamiento; pero, a lo que no puede cerrar los ojos es a la realidad de que su deriva soberanista está atizando la intranquilidad y el temor de sus propios ciudadanos.