
Con frecuencia se ha criticado la ausencia de una toma de posición de las empresas catalanas ante la deriva soberanista. En las últimas semanas esa inercia se rompió gracias a las grandes patronales; sin embargo, si aún se echa de menos un movimiento conjunto de envergadura, debe también tenerse en cuenta la presión ejercida por la Generalitat.
Sobre los representantes de las pymes, actúa mediante su política de subvenciones, mientras amenaza a las grandes sociedades con represalias. Pero el desafío planteado por Artur Mas es de tal alcance que las empresas no pueden permitirse ser acalladas. La Generalitat debe poner fin a unas maniobras injustificables y los empresarios deben tener libertad para concienciar a la sociedad de los riesgos de la aventura soberanista.