Los últimos años han sido duros para las eléctricas. La caída del consumo sorprendió al sector con problemas de sobrecapacidad y de alta deuda, a lo que se añadió el cambio del marco regulatorio. Los ajustes han puesto coto a muchos de los desequilibrios y abren un nuevo escenario, en el que Iberdrola aparece especialmente bien posicionada, en condiciones de ser la primera eléctrica europea que volverá a beneficios históricos en 2018: casi 3.000 millones.
Es el premio a una estrategia que, lejos de limitarse a resistir, apostó por una diversificación geográfica, no sólo amplia, sino también compensada. Lo puede demostrar en la actualidad al cubrir los perjuicios del efecto divisa de su negocio en Latinoamérica con el refugio que le ofrecen EEUU o Reino Unido.