Editoriales

Cataluña sacrifica su liderazgo ante el auge de Madrid

Uno de los argumentos más repetidos, a la hora de abogar a favor de una hipotética secesión de Cataluña, es aquél que defiende que poco tiene que perder con la independencia un territorio que es el gran protagonista de la economía de España. En efecto, ésa ha sido la realidad durante décadas y ni siquiera la crisis la ha cambiado: en 2014 Cataluña aún era la autonomía con mayor peso en el PIB, un 18,9%.

Sin embargo, lo que la propaganda oculta es la circunstancia de que esa primacía se está viendo cuestionada por el auge de Madrid. No en vano esta última autonomía equivalía el año pasado al 18,7% del total de la producción española. Si se considera que el PIB madrileño crece en 2015 al 3,2% (frente al 3% catalán) resulta factible prever que, en este ejercicio, se producirá el hecho histórico de que Madrid se convierta en la primera economía regional.

La gran paradoja estriba en que son precisamente quienes más confiaban en la fortaleza económica catalana los que la han socavado. Su proyecto independentista sólo espoleó el gasto público en plena crisis a costa de la solvencia de la región, incapaz de financiarse por sí misma en el exterior desde hace años, y de los recursos de sus ciudadanos, gravados con uno de los tipos de IRPF más altos de Europa.

Madrid siguió el camino opuesto bajando tributos (una vía que la presidenta Cifuentes también recorrerá) y propiciando una seguridad jurídica que atrae inversiones, muchas de ellas ahuyentadas por la deriva soberanista que la Generalitat alimenta. Cataluña se ganó durante años su liderazgo económico por su amplia industrialización y su poder exportador; sus gobernantes, sin embargo, se afanan en sacrificar ese capital en beneficio de un proyecto desnortado.

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