Cerca de 30 entidades empresariales catalanas celebran mañana un acto a favor del "derecho a decidir" que, a su juicio, se expresará en las elecciones del próximo día 27. De este modo, patronales como Pimec, Cecot y diversas cámaras de comercio se sumarán al propósito del president Artur Mas de dotar a esos comicios de carácter plebiscitario. Es precisamente ese innegable perfil electoralista el que ha motivado una ausencia de calado: el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Miquel Valls, no acudirá a La Pedrera.
Valls no duda en tomar distancias respecto a la deriva soberanista, ahora que ha alcanzado su apogeo, aun cuando en 2014 firmó el Manifiesto del Faro, favorable al derecho a decidir. La Cámara barcelonesa se aproxima así a la posición de la principal patronal catalana, Fomento del Trabajo, quien ayer denunció en un comunicado la "tensión y máxima preocupación" que genera el "proceso secesionista".
Como resultado de estos movimientos, se puede afirmar que Mas tiene frente a sí la oposición de las dos más importantes organizaciones empresariales catalanas, mientras resulta llamativo el empecinamiento con el que los representantes de la pequeña y mediana empresa catalana aceptan los planes de CDC y de ERC.
Esa posición supone cerrar al ojos al hecho de que este ámbito empresarial se encuentra especialmente amenazado por las graves consecuencias que supone el extemporáneo surgimiento de un nuevo país, un fenómeno que supone contradecir las tendencia a la creación de grandes polos económicos que caracteriza a la globalización. Una miopía así sólo puede explicarse por la dependencia de las pequeñas patronales respecto a las subvenciones procedentes de la Generalitat.