
El último informe anual del Banco de España contiene una sorprendente propuesta de su gobernador, Luis María Linde, de llevar a cabo una nueva reforma fiscal, uno de cuyos pilares es una subida de los impuestos indirectos. El momento de elevar el IVA y los tributos especiales (como los que gravan la gasolina) que Linde elegiría no puede resultar más inoportuno, en plena recuperación, con el consumo privado saliendo de la parálisis en que la crisis lo sumió.
Sin embargo, el error del supervisor se ve acrecentado por el hecho de que su propuesta no está acompañada de ninguna compensación, en forma de rebaja de cotizaciones sociales o de Sociedades, que empresas y ciudadanos merecen, después de sufrir un asfixiante alza, aún no revertida, de la carga fiscal.