
España se sumó ayer al grupo de países europeos, como Alemania, que cobran por colocar su deuda pública; en concreto, el bono español a seis meses mostró una rentabilidad promedio del 0,002% negativo. El desembolso que harán los inversores será ínfimo, lo que no eclipsa, sin embargo, el hecho histórico de que el Tesoro se financie a tipos por debajo de cero.
Ese hito beneficia a las cuentas públicas, al aliviar el pago de intereses en un momento en el que la deuda pública está en máximos. El mayor margen no exime, con todo, de ser firmes a la hora de atajar el avance del pasivo en los niveles de la Administración, como el autonómico, menos austeros, y obliga a emplear el colchón financiero en impulsar la reformas estructurales aún pendientes.