
El derrumbe de la demanda interna española supuso un revulsivo para el sector exterior. El mejor síntoma de hasta qué punto la exportación se reforzó la ofrece el Tesoro, situando el peso sobre PIB de las ventas al exterior en el 32,6%, 11 puntos más que en 2009.
Las dolorosas ganancias de competitividad dan sus frutos; igualmente, ayudan factores como la caída del IPC español por debajo de la media europea y la depreciación de la moneda única. Con la recuperación, sin embargo, el consumo se reactiva y vuelve a mostrar querencia por alimentar la importación. Es ahora, cuando la economía se normaliza, cuando se demuestre si realmente ha habido un cambio estructural de modelo o si sólo ha sido un espejismo en plena crisis.