La deriva soberanista catalana quedó eclipsada en los últimos meses debido a la irrupción de temas de mayor urgencia, como el avance del populismo. La ineficacia de la encuesta celebrada el 9-N pasado también ha contribuido a restar fuerzas a un movimiento que, sin embargo, Convergencia y ERC se obstinan en exacerbar. Ante ese empecinamiento, resulta positivo que los principales actores económicos catalanes vuelvan a alzar la voz sobre los perjuicios de la secesión. El PIB regional se vería mermado en un 11%, según la recién creada asociación Empresarios de Cataluña. Su aviso es realista; lo demuestran, desde ya, datos como el descenso del 45% que sufrieron, el año pasado, las inversiones extranjeras recibidas por esta autonomía.