Pedro Sánchez comenzó su trayectoria en la Secretaría General socialista prometiendo ser "implacable" ante la corrupción. Sin embargo, se desinfló ante la supuesta implicación de los expresidentes de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán en el caso de los ERE falsos. Los dos pesos pesados socialistas llevan meses bajo sospecha y ayer el Supremo confirmó que merecen ser investigados. Pese a la gravedad de estar vinculados con una trama de malversación de fondos públicos, ninguno ha sufrido la más mínima amonestación de Sánchez, el mismo líder que no tembló al expulsar a militantes de base en un caso de menor calado, como el de las tarjetas B de Caja Madrid. Tiene pendiente explicar a qué se debe ese doble rasero.