Editoriales

El final de una estrategia acertada

Las rondas de compras masivas de activos terminaron en Estados Unidos. Tal y como el mercado esperaba, la Reserva Federal (Fed) anunciaba el cierre del tercero de esos programas de flexibilización cuantitativa (quantitative easing) puesto en marcha en 2012. Los efectos beneficiosos de esta medida extrema de política monetaria son patentes para los analistas. En aquel año, la tasa de desempleo estadounidense rondaba el 8%, un valor demasiado cercano a los 10 puntos porcentuales para que se considere tolerable al otro lado del Atlántico.

Ahora el porcentaje de parados se encuentra en el 5,9, mientras la primera economía del mundo destaca como una de las pocas áreas que disfrutan de crecimiento sostenido, en claro contraste con la anémica Europa y el resfriado de los emergentes. Ya antes de la QE3, la segunda ronda de expansión cuantitativa también dio sus frutos, al lograr que el PIB esquivara la recesión que le acechaba en 2010.

El balance, por tanto, de la ambiciosa acción por la que será recordado Ben Bernanke es positivo, aun cuando su sucesora, Janet Yellen, tiene por delante la peliaguda tarea de volver a la normalidad monetaria. La zona del euro no es un Estado federal ni el BCE es la Fed; con todo, esta última puede inspirar a Europa en muchos sentidos. El primero de ellos es la claridad que distingue a Yellen cuando habla de sus estrategias y asegura que los tipos seguirán a cero durante un "tiempo prolongado". Sería deseable que Mario Draghi fuera tan preciso.

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