La Encuesta de Población Activa (EPA) demuestra que la conjunción de la recuperación económica y la reforma laboral, impulsada por la ministra Fátima Báñez, son capaces de curar las profundas heridas que la crisis provocó en el mercado laboral español. No basta con el tradicional efecto verano para explicar una EPA histórica, como ha sido la registrada entre julio y septiembre. Se trata del mejor tercer trimestre de la serie, cuando más de 500.000 personas dejaron de estar en paro respecto a 2013. Tras más de dos años de vigencia, además, es momento de rebatir tópicos que persiguen a la reforma desde que era un proyecto de Ley.
Es falso que no fomente la creación de empleo, y que los descensos del paro se nutran sólo de la emigración. El pasado verano, los 151.000 nuevos puestos de trabajo suponen un avance de la ocupación no visto desde 2007. Tampoco se sostiene el ataque basado en que sólo crece el empleo temporal, pues el indefinido avanza, un 1,3% interanual, incluso en época hostil como es el verano. La reforma laboral también funciona en sus aspectos parciales, como el fomento del emprendimiento. Medidas como la tarifa plana de 100 euros en los pagos a la Seguridad Social han ayudado a que más de un tercio del empleo creado sea autónomo.
Ahora bien, la reforma necesita del crecimiento para tener tracción y la atonía que sufre la zona del euro se nota ya en el PIB español, advierte el Banco de España. Hay que preparase para proteger la creación de empleo. Bajar cotizaciones más allá de la tarifa plana mencionada, compensar el déficit de la Seguridad Social mediante ajustes en el sector público y quitar trabas fiscales a la creación de riqueza serían pasos correctos.