Contra todo pronóstico, España se ha convertido de nuevo en el alumno ejemplar de la Eurozona. Si el martes era el FMI quien mejoraba nuestras previsiones para este año y para 2015, ayer fue la OCDE quien destacaba la mejora del indicador de actividad de España -que se eleva hasta 102,5 puntos, el mayor registro del club- frente a una Europa que se ralentiza. Lo lógico hubiera sido que Alemania empujara. Pero el ímpetu de la locomotora europea sufre su mayor contracción, hasta 99,7 puntos, comparable a las que mostró en los peores momentos de la crisis. Todos los organismos internacionales alertan de la anemia del Viejo Continente. Sus voces deberían escucharse en la apodada cumbre del empleo, que ayer dio comienzo.