"No tienen ustedes ningún sentido de urgencia", criticó ayer un eurodiputado a la nueva Comisión Europea y al Consejo, en el que están representados los Estados miembros. Esta frase resume el sentir de los europeos ante la lentitud con que sus líderes promueven planes y reformas anunciadas hace tiempo.
Ayer se supo que la Cumbre para el Crecimiento y el Empleo, propuesta por Hollande, que se celebraría el próximo mes en Roma, se aplaza sine die. El plan de inversión de 300.000 millones prometido por Juncker sigue en el aire. El BCE, una vez más, se queda solo en impulsar la economía mientras los líderes europeos se sumergen en la parálisis. No hay justificación para la retórica cuando cabe el riesgo de caer en una tercera recesión.