El Ministerio de Fomento ha decidido pisar el acelerador de la competencia con la liberalización del AVE a Levante y la salida a bolsa del 60% de Aena. Son dos operaciones que han tenido que esperar a que se celebrasen las elecciones europeas para alejarlas del ruido político, pero que ahora se van a impulsar antes de que acabe la legislatura. El momento es oportuno pues encuentra a Renfe, que preside Julio Gómez-Pomar, con las cuentas saneadas aun después de haber adoptado una agresiva política de precios. Ello ha redundado en un aumento notable del número de viajeros que utilizan el AVE, aunque todavía haya una gran diferencia con los resultados que obtienen Alemania o Francia con bastantes menos kilómetros de AVE.
Indudablemente la introducción de competencia va a incentivar el uso de este transporte, que en algunos destinos ya desbanca al avión. De momento, sólo habrá un competidor ferroviario. La compañía adjudicataria del concurso de alta velocidad que cubra el trayecto Valencia, Alicante y Murcia tendrá que pagar, como lo hace Renfe, un canon a Adif por el uso de vía. La ventaja, a diferencia de las líneas aéreas, es que los trenes pueden competir por la misma franja-horario.
Indudablemente esto facilitará a los usuarios obtener mejores precios y más servicios. La privatización de Aena también se va a producir en un momento oportuno. El comienzo de la recuperación permitirá al Estado obtener mayores ingresos que serán un alivio para la reducción del déficit. Ambas operaciones marcan el inicio de un proceso sin retorno que nos equipara a otros países de nuestro entorno y que influirá en un mayor crecimiento y desarrollo económico.