Resulta paradójico, pero aunque la Sareb nació con el objetivo de desintoxicar a las entidades financieras y los precios de las viviendas han bajado, la banca ayudada con dinero público continúa aumentando su cartera de inmuebles. Los activos en su balance han crecido en menos de un año un 11%, hasta 12.300 millones. Si bien la limpieza exigida por Bruselas ha conseguido rebajar su exposición al ladrillo, el problema de fondo es que la morosidad en el mercado hipotecario continúa siendo muy alta por la refinanciación de las entidades a sus clientes y las altas tasas de paro. La única opción para cortar ese nudo gordiano es crear empleo y activar el consumo. Sólo así la banca reducirá el lastre que suponen estos activos en su balance.