En Europa preocupa la lenta salida de la crisis. La deflación puede convertirse en un riesgo añadido, tal y como ha advertido el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, que avisa al BCE para que tome medidas que eviten una situación de caída general de los precios. Una voz autorizada más que se une al coro de personalidades que se han hecho escuchar en los últimos días. El presidente del Bundesbank fue el primero que dejó claro que Alemania -hasta ahora en contra- no va a poner reparos a que Mario Draghi actúe. En la mente de muchos está la opción de penalizar la facilidad de depósito para activar el crédito. El problema es que en la hucha del BCE sólo quedan 30.000 millones y Draghi tendrá que sopesar otras medidas más heterodoxas.