¡Ya estamos fuera! Después de dos largos años bajo la espada de Damocles, y con la amenaza de un rescate que en Europa daban por seguro, Bruselas nos saca del pelotón de los torpes. Según la CE, nuestro país ha acometido reformas de calado y severos ajustes para corregir los desequilibrios. Pero también hubo tirón de orejas porque no todo va bien: somos un país con una elevada deuda pública y privada, que supone un problema en un entorno de bajo crecimiento, y una tasa de desempleo que urge a tomar medidas. El dato de febrero indica que España crea empleo por primera vez desde la crisis, indicio de que las reformas van por el buen camino. Pero la coyuntura aun es débil y, como advierte la UE, el Gobierno no puede relajarse.