Editoriales

Editorial: Una reforma que todavía debe dar frutos

La reforma laboral, que mañana cumple dos años, se enfrenta ahora a su principal desafío: demostrar que es capaz de crear empleo de calidad en un contexto de mínimo crecimiento económico. Hasta ahora no se ha conseguido ese objetivo, pues se ha destruido un millón de puestos de trabajo.

Introducir flexibilidad en la recesión ayudó a las empresas a reducir plantilla, pero también mejoró la negociación y frenó la destrucción de empleo. Un intangible muy importante, pero imposible de cuantificar. Esa misma flexibilidad debe servir ahora para que el empleo crezca más rápido que en la salida de otras crisis. Cabe la duda de si la reforma acabará con la dualidad. Este aspecto debe controlarse y corregir, si es preciso, introduciendo cambios en la ley.

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