Hace bien Juan Rosell en limpiar la cúpula de CEOE para que represente los intereses empresariales y no los particulares. La patronal, como los sindicatos, tiene problemas de abusos y falta de transparencia. La diferencia es que Rosell está abordando su solución. La renovación va a a costar dinero, pues habrá que pagar a quienes -curiosa paradoja- defendían su reducción para otros, mientras se aseguraban para sí pensiones vitalicias e indemnizaciones mínimas de 300.000 euros. Algunos directivos, como José de la Cavada, han tenido comportamientos más que cuestionables y ahora exigen que se les compense por los servicios prestados. Le queda mucho trabajo a Rosell, pero no debe cejar en el empeño para devolver la honorabilidad a la patronal.