A pesar de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid haya considerado que los correos de Blesa en su etapa al frente de Caja Madrid son irrelevantes para el procedimiento por prevaricación contra el juez Elpidio Silva, su contenido da una idea acertada de por qué se hundió la entidad. Esta decisión también evidencia las presiones que se están ejerciendo desde la Fiscalía y el Ministerio de Justicia.
Las argucias de Miguel Blesa y sus directivos para aumentar sus retribuciones sin conocimiento ni de la Asamblea de Madrid ni de la Agencia Tributaria indican que su actuación en la entidad solo estaba dirigida por la codicia propia y los intereses políticos de quienes les apoyaban. Los correos, que el TSJM considera que son particulares y no corporativos, son una buena recopilación de los chanchullos que emplearon para aumentar sus retribuciones, vía tarjetas o incremento de dietas en empresas participadas.
Las visas de gastos de representación -25.000 euros anuales y 50.000, para el presidente- eran fiscalmente opacas. Paralelamente, a través de las dietas por asistir a consejos de entidades participadas, se trataba de eludir el control de sus retribuciones. Los correos también dejan trascender la lucha política por el control de la caja y las bromas de mal gusto que se intercambiaban. Ningún interés se trasluce por mejorar los resultados y el beneficio de la entidad. Esto es lo que se intenta ocultar quien intentó hacer de Caja Madrid la financiera de sus proyectos faraónicos y no quiere que se sepa la verdad.