La reforma energética se asimila cada vez más a una carrera de obstáculos que nunca se concluye. Entre otras razones, porque no se consigue alcanzar los objetivos previstos, como es frenar el déficit de tarifa, y alcanzar unos precios estables similares a los de la UE para que la industria española pueda competir en igualdad de condiciones en la Eurozona. Desde elEconomista venimos informando de los altos precios que está alcanzando la electricidad en el mercado mayorista (pool) en los últimos días. En la primera semana de diciembre el precio medio ha superado en un 60% al de la última semana de noviembre.
Las consecuencias -ya advertíamos que influirían en la factura que pagan empresas y usuarios- no se han hecho esperar. Veintinuna plantas industriales han tenido que parar la producción por los desorbitados precios, que representan un sobrecoste de 25 millones para las industrias más consumidoras de electricidad. Este gasto añadido supone un importante varapalo para nuestras exportaciones. La subida también disgusta a los comercializadores independientes que, con razón, piden que la Comisión de Mercados y Competencia investigue el motivo de las alzas de precios, por si las compañías eléctricas pudieran estar maximizando el beneficio antes de fin de año.
Con independencia de cuál sea la causa, es necesario actuar porque las oscilaciones del precio demuestran que algo no funciona en la bolsa eléctrica. Un desajuste que provoca que la efectividad de la reforma energética esté siendo hasta la fecha bastante relativa. El Gobierno debe entender que urge reformar el mercado mayorista eléctrico para evitar males mayores a la industria y a los usuarios.