María Dolores Cospedal anticipó el lunes un resultado histórico de paro registrado. El problema de haber incluido los datos de desempleo y un exceso de optimismo dentro de la estrategia política del PP hace que la realidad -un aumento de 31 empleos en agosto- sonara ridícula al conocerse. Fuera de la contienda política, la estadística conocida ayer indica que por primera vez desde el año 2000 el paro se reduce en agosto, un mes en el que tradicionalmente se producen aumentos del desempleo por el fin de las contrataciones de temporada. No se puede obviar que en el contexto actual se trata de un dato esperanzador, que apunta a una desaceleración en la destrucción de empleo que, ahora sí, puede estar llegando a su fin. Sin olvidar que el paro registrado no cuenta, entre otros, a quienes han agotado su prestación o a quienes buscan empleo y no se han apuntado en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal.
Tampoco se puede obviar que la contratación indefinida cayó en agosto al 6% y que la industria y los servicios siguieron destruyendo puestos de trabajo. La pérdida de 99.069 afiliados en Seguridad Social corrobora que los problemas en el mercado de trabajo continúan. Mientras la economía no crezca no se generará empleo y para ello todavía habrá que esperar a la evolución del paro registrado en los próximos meses para confirmar si realmente estamos asistiendo a un cambio de tendencia. Ante esta perspectiva, Fátima Báñez debería reconsiderar el retoque que propone de la reforma laboral y abordar una auténtica reducción de contratos -no una simplificación burocrática- que facilite a las empresas crear empleo, cuando aun queda mucho para ganarle la partida al paro.