No sólo es la primera fortuna de España y la tercera del mundo, sino un empresario con una visión envidiable a la hora de rentabilizar sus negocios inmobiliarios. Mientras la mayor parte de las compañías dedicadas al ladrillo han quebrado o se encuentran en concurso de acreedores, Amancio Ortega ha sabido desarrollar un modelo de negocio que le ha permitido durante la crisis triplicar sus activos, no tener que recurrir a los bancos, reducir deuda y obtener beneficios por 1.100 millones. Las claves del éxito del empresario gallego hay que buscarlas en el acierto que ha tenido a la hora de invertir, la apuesta por los arrendamientos seguros, huyendo de la actividad inmobiliaria clásica; y el reducido nivel de apalancamiento en que ha incurrido.