El ministro de Finanzas luso, Vítor Gaspar, que dimitió ayer ha sido el artífice de la política económica portuguesa y el interlocutor en el que confiaba la troika después de que el país vecino solicitara un rescate de 78.000 millones. Gaspar condujo los ajustes que han topado con obstáculos internos, como la sentencia desfavorable del Constitucional que anuló la decisión de suprimir una paga a los funcionarios, y con la aplicación de la política de austeridad en grado máximo. El alumno aplicado de la UE no tenía capacidad para hacer los deberes que le imponía Bruselas. La caída de Gaspar coincide con el cambio de rumbo de la política comunitaria, cuando Bruselas empieza a comprender que las reformas no dan resultado si se asfixia la economía.